viernes, 1 de febrero de 2008

El Capítulo de Marines Espaciales Lobos Espaciales (III)

La desaparición de Russ

Una vez cada 1.000 años, el antiguo dreadnought Bjorn Garra Implacable es despertado de su letargo sin sueños. Reúne a todos los sacerdotes rúnicos del capítulo en torno a él, les recita de nuevo las antiguas sagas y pone a prueba sus recuerdos sobre sus ancestros. El siguiente texto es una transcripción directa del relato contado por Bjorn acerca de la desaparición de Russ, registrado por Vagnai Ravenmane en 7662/M35.

"El Festín de la Ascensión del Emperador se desarrollaba como siempre. Miles de los hijos del Emperador se habían reunido para celebrar su victoria final sobre el Gran Mal. Las antorchas que cubrían las paredes eran como estrellas en el cielo nocturno y nuestros espíritus se elevaban hacia las cúpulas. Los salones resonaban con las canciones y las risas. En el lugar de honor de la mesa, rodeado por sus amigos más íntimos, se sentaba el Rey Lobo en persona, Leman Russ.

El gran primarca se subió una vez más a la mesa de ceremonias de roble, la misma en la que libró una desesperada y titánica lucha por su vida y por su honor, siglos atrás, contra el Emperador. Una a una, las voces estridentes se apagaron. Los parlamentos de Russ eran legendarios.

Los segundos pasaron; luego, los minutos. El gran salón estaba silencioso como una tumba. Todas las miradas estaban clavadas en Russ.

Pero el primarca no mediaba palabra y su cuerpo estaba como congelado. Los que estábamos más cerca de él pudimos ver cómo tenía fijos sus grandes ojos amarillos en un punto vacío y cómo sus músculos de hierro estaban tensados con un espasmo. Lentamente, se levantó un murmullo en el anfiteatro natural del salón mientras sus guerreros se preguntaban en el nombre de Kraken qué podía estar sucediendo. ¿Se trataría de alguna broma? ¿Acaso nuestro carismático rey iba a rugir con una risotada atronadora para pedir, de repente, más cerveza? ¿Se trataba de algún tipo de desafío o tal vez de algo peor? No podíamos decirlo ni nos atrevíamos a preguntarlo.

De repente, Russ cayó pesadamente sobre sus rodillas produciendo un sonoro crujido que resonó en el salón antes de que se hiciese de nuevo el silencio. Se giró hacia sus seguidores más fieles y, con una voz que nadie más pudo oír (ni siquiera yo), les transmitió sus instrucciones. Con la cara marcada por la tristeza, se dirigió a la multitud y sus palabras graves se hundieron profundamente en el alma de cada uno de los Lobos Espaciales. Todos a una, Russ y su séquito dieron media vuelta y salieron a toda prisa del gran salón. Solo yo, el más joven de los favoritos del primarca, fui dejado atrás.

Desde ese momento, cada año preparábamos su puesto en el festín; cada año su cuerno era llenado de bebida por si volvía. Pasaron siete largos y dolorosos años y Russ no volvió a su hogar con nosotros. Fue un tiempo triste y muchos dicen que el peor Invierno Infernal de todos los tiempos rugía en el exterior de las murallas de los salones la noche en que los señores lobo tomaron su decisión. Si Russ no volvía a nosotros, nosotros iríamos en su busca. Elegido como gran lobo, conduje a los Lobos Espaciales en la búsqueda de nuestro progenitor. Así empezó la primera de las Grandes Cacerías.

Las compañías de los Lobos Espaciales subieron a sus naves y partieron en distintas direcciones hacia el Mar de las Estrellas. La leyenda de las batallas que libramos y los mundos que descubrimos es larga, demasiado larga salvo para la víspera del Eterno Invierno. Con todo, al final, nuestra búsqueda fue en vano y no obtuvimos más que cuentos y profecías vacías. Así terminó, con tristeza, la primera Gran Cacería.

No son desconocidos los casos en los que el espíritu de Russ otorga a un sacerdote rúnico una visión y habla directamente con su mente. Sus palabras son las palabras del propio Russ; es entonces cuando empieza una nueva Gran Cacería. Aunque nunca hemos tenido éxito en nuestro objetivo final, hemos cosechado muchas victorias y hemos realizado muchas grandes tareas en nombre de Russ. Y, al acabar, siempre nos quedamos con el consuelo de sus últimas palabras: al final volverá con nosotros; en la batalla final; en la Hora del Lobo...".

Mundo natal

Fenris es un planeta de dolor y dificultades, envuelto eternamente en un hielo atenazante o en un fuego abrasador. Se encuentra en el límite noroeste de la galaxia, peligrosamente cerca del Ojo del Terror, pero, aun así, sus habitantes permanecen puros. Desde el espacio parece que la inmensa mayoría de Fenris esté cubierta por agua congelada y que las exiguas masas terrestres floten como pequeñas islas de tierra helada sobre la nieve. De hecho, los eruditos imperiales a menudo se preguntan si, en los largos días del invierno fenrisiano, los océanos no se congelan por completo y cubren el planeta con un rígido manto blanco.

Un pequeño continente es la única área de tierra que se ha mantenido estable a lo largo de los años: el territorio de Asaheim, que se eleva en lo alto de la cresta del mundo. El planeta gira alrededor de su sol formando una elipse pronunciada. El resultado directo de esto es que el clima de Fenris varía del frío gélido durante la mayor parte del año hasta un calor insoportable en verano. Incluso cuando Fenris alcanza su perihelio, el continente principal sigue intacto, aunque continúan atravesándolo ríos de magma y lava abrasadora. Las placas tectónicas chocan, las montañas revientan y se abren gigantescas simas en la piel del planeta. A pesar de todo, entre las islas de hielo flotante a la deriva, sacudidas por feroces mareas, de algún modo los hombres de Fenris logran sobrevivir.

No solo los omnipresentes ataques de un clima cruel y siempre cambiante amenazan a la gente, sino también las especies nativas suponen una amenaza. Las presas (como las manadas de gigantescos alces fenrisianos, con sus majestuosas cornamentas afiladas como cuchillas de afeitar, o los inmensos mamuts, capaces de aplastar un cuerpo humano y reducirlo a pulpa) son verdaderamente peligrosas. No obstante, una observación detallada ha revelado que los depredadores de Fenris pueden considerarse entre los más feroces de la galaxia.

Viejos dragones y serpientes aladas surcan las corrientes térmicas que se generan sobre las islas flotantes y se reproducen en cuevas calentadas geotérmicamente. Las serpientes marinas y los krakens merodean por las profundidades como terribles leviatanes tentaculares cuya longitud puede llegar a ser de cientos de metros. El respetado Magos Biologis Anatole Leviticus ha teorizado sobre la hipótesis de que estos "krakens" (uno de los cuales se dice que fue cazado por Russ en persona) sean restos de una infructuosa invasión tiránida del pasado.

Grandes osos blancos, bestias furiosas con un peso equivalente al de un tiburón de hielo y prácticamente invisibles en una tormenta de nieve, pueden encontrarse vagando por la tundra helada y son perfectamente capaces de destrozar las paredes de los edificios más sólidos para alimentarse de sus sorprendidos ocupantes. No obstante, el depredador más peligroso de todos, uno tan avanzado que es conocido en toda la galaxia, es el lobo fenrisiano. Estos monstruos con piel de hierro pueden tener desde el tamaño de un caballo pequeño hasta el de un transporte de tropas blindado y están dotados de una astucia singular. Una breve serie de estudios demostró que sus mandíbulas pueden dejar marcas en el plastiacero. Quizá lo más aterrador de estas bestias es que viven en manadas, así que, cuando cazan, su presa tiene escasas posibilidades de escapar.

Dado que muchos Lobos Espaciales lucen los pellejos de estas crueles criaturas y han terminado con la vida de alguna de ellas sin más arma que las manos desnudas, se puede afirmar sin recelo que los guerreros de Fenris son poderosos. Nacidos en un mundo donde el peligro es omnipresente, solo los más fuertes sobrevivirán. Pocos mundos en toda la galaxia temen por la supervivencia de los Lobos Espaciales.

Organización

Desafiando el Codex Astartes, el capítulo de los Lobos Espaciales se divide en doce grandes compañías. Cada una de ellas está al mando de un señor lobo, que solo responde ante el gran lobo en persona (cargo ostentado durante los últimos ochocientos años por el famoso Logan Grimnar). Cada gran compañía posee su propio cuartel general o "guarida" en el interior de la fortaleza del Capítulo de los Lobos Espaciales, El Colmillo. Este edificio de acero de kilómetros de altura domina las montañas de Asaheim y se dice que es la fortaleza más segura del Imperio a excepción de las de la Tierra. El Colmillo cumple las funciones de cuartel general, catedral y fortaleza para cada una de las grandes compañías. Prácticamente, a todos los efectos, cada gran compañía es un cuerpo de tropas independiente, con su propio armamento, flota espacial, forjas, equipo y héroes ubicados en las profundidades de El Colmillo.

Estas grandes compañías toman muchas cosas de su señor lobo actual, incluyendo su nombre. Cuando el señor lobo muere en batalla, se escoge a otro para reemplazarlo, así que la compañía se reconstruye y se reorganiza. Esto proporciona una fluida estructura de mando en el interior del capítulo (la tasa de mortalidad de los Lobos Espaciales es alta, como no podía ser de otro modo dada su predilección por el combate cuerpo a cuerpo; no obstante, algunos señores lobo particularmente fuertes han celebrado su primer milenio). Cada señor lobo escoge un símbolo de la mitología de Fenris como sello personal y es este el que adorna el estandarte de la compañía.

La casa del gran lobo preside las doce grandes compañías. Esta casa comprende a todos los héroes más venerables del capítulo: los sacerdotes rúnicos, los sacerdotes de hierro, los sacerdotes lobo y los dreadnoughts. Su insignia siempre es la misma, el Lobo que Acecha las Estrellas, el sello personal del mismísimo Leman Russ.



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